Hemos retrocedido tanto, que el debate de hoy es acerca de la importancia de la propiedad privada. Ni más ni menos. Mientras el país se hunde hacia la crisis más grave de su historia, todos los esfuerzos se destinan a analizar los alcances del intervencionismo estatal. A favor y en contra, Argentina se sigue desangrando, 70 años después.

Parece mentira que nuestra sociedad haya sido incapaz de plasmar (como sí lo hizo con algunos derechos), una estrategia común de superación, desarrollo y crecimiento a futuro. Seguir escuchando las mismas consignas y continuar padeciendo las reiteradas limitaciones ya cansa, deteriora las proyecciones, y agiliza el éxodo de valiosos recursos humanos. Los capitales no se fugan, buscan invertir en un país que garantice algún retorno; por lo que el creciente número de jóvenes que buscan un futuro afuera representa el peor aplazo como sociedad.

Un Estado quebrado pretende expropiar una empresa quebrada, y encima lo disfraza de épica. Historia conocida en Argentina, que nunca terminó bien, pero insistimos. En simultáneo, una empresa aérea que «vuela» del país que la expulsa para mantener con el esfuerzo de todos los contribuyentes el dumping del sindicato de Biró (Aerolíneas). Si pretenden trasladar este modelo a Vicentín (para «aleccionar» al campo y garantizarse el flujo de dólares), el colapso será histórico. Para todos.

Es curioso, que quienes profesan la diversidad pretenden imponer un discurso único. Aquellos que ansían la eliminación de los agroquímicos, por otro lado critican al campo por no liquidar los dólares. Odian a la soja pero sobreviven con las divisas que genera. Los que miran con desdén a las Buenas Prácticas Agrícolas pretenden imponer la «soberanía alimentaria», la que condena al hambre a millones. Cada silo bolsa que se destruye es una tragedia nacional. Por favor: vayan al campo, aprendan cómo se generan, industrializan y comercializan los alimentos. No hay posibilidad alguna de producir sin fitosanitarios. «Sería exactamente lo mismo que intentar prohibir desde el Ministerio de Salud el uso de vacunas y antibióticos. Todo el mundo civilizado los utiliza y constituyen una de las herramientas clave de la producción de alimento», sostiene Bumper Crop.

Como en 2008, es el campo el que dice basta. El que quiere debatir un país con reglas claras. Con premios y castigos, con tres poderes independientes y sin impunidad. El banderazo de hoy no defiende a quienes estafaron a los productores. Reivindica una vez más al trabajo; al legado gringo, a las manos callosas: a lo que nos enseñaron nuestros padres, y lo que queremos transmitir a nuestros hijos. Hablemos del futuro, por favor.

FUENTE: Federico Aguer/Campolitoral

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