La Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) define el bienestar animal como el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere. Esto significa que el bienestar animal debe estar presente en todos los procesos de la producción, ya sea extensiva como intensiva.
El Día de la Ganadería se celebra cada 10 de julio en conmemoración a la fundación de la Sociedad Rural Argentina (SRA), entidad que se creó un día como hoy, pero de 1866 con el objetivo de potenciar la actividad. Desde hace varios años se produjo un cambio en el paradigma de la producción animal que establece como pilares fundamentales las buenas prácticas agropecuarias y el bienestar animal (BA).
La Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) define el bienestar animal como el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere. Esto significa que el bienestar animal debe estar presente en todos los procesos de la producción, ya sea extensiva como intensiva.
En este sentido, se deben establecer prácticas que promuevan el bienestar animal durante la cría, engorde, transporte, comercialización y faena de los animales destinados a la producción de carne, hasta las prácticas de ordeño o esquila en animales destinados a la producción de leche o lana.
Cualquiera sea la etapa de producción en la que participen los actores de la cadena, el bienestar animal debe considerarse al momento de tomar decisiones que redundarán en una mejor calidad de vida para los animales así como en beneficios para las personas y el medioambiente.
A propósito de este día, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) recordó –en su rol como ejecutor de las políticas nacionales en materia de sanidad y calidad animal– que el bienestar animal es un valor esencial que debe cuidarse de manera integral a lo largo de cada cadena pecuaria, de manera tal de minimizar los problemas, salvaguardar la inversión y propiciar el desarrollo sostenible de cada actividad, atendiendo además la demanda del público en general y de los consumidores de productos de origen animal en particular.
Por ello, el organismo sanitario enumeró una serie de recomendaciones generales a todas las especies y producciones:
-Brindar una alimentación adecuada en cantidad y calidad, acorde a la etapa productiva del animal (cría, recría o terminación, mantenimiento, lactación, etc.)
-Permitir un fácil acceso a agua fresca de calidad.
-Proteger a los animales de las inclemencias del clima, por medio de sombra y reparos o refugios.
-Construir las instalaciones de manejo teniendo en cuenta el confort de los animales y evitar todo tipo de saliencias u objetos que pudieran lastimarlos.
-En casos de traslado, hacerlo en transportes habilitados que reúnan las condiciones y evitar subir animales que sean incapaces de moverse por sí solos, presenten heridas graves, superen el 90% de preñez o hayan parido la semana anterior, o se trate de animales recién nacidos.
–Elaborar planes de contingencia ante situaciones extremas como sequías, incendios, inundaciones, etc.
–Favorecer la expresión de los comportamientos específicos de cada especie, atendiendo a las necesidades de espacio, descanso, exploración, comodidad y conducta social y, cuando sea necesario, proveyendo elementos para enriquecer el ambiente.
-Capacitar al personal en bienestar animal.
-Promover una relación humano-animal positiva y no provocar heridas, miedo duradero ni estrés evitable.
-Respetar el plan sanitario de acuerdo a la especie y a la zona de producción.
-Brindar atención veterinaria en casos de heridas o enfermedad.