La cuarentena frenó el circuito de eventos tradicionalistas en la provincia. Desde la Asociación que los nuclea pretenden visibilizar su importancia económica y social, justo cuando más se los extraña.

“Llevamos un mes y pico/siendo un mensaje en el gancho/cada uno, compañero está encerrado en su rancho”, recita el paisano Uberfil Concepción, con gaucha resignación. Lo dice en referencia a la necesidad de mantener el encierro para un sector social que vive, trabaja y tiene su esparcimiento en las zonas rurales, y que hoy debe mantenerse tranqueras adentro.

Pero las implicancias de preservar la salud (con una metodología que ellos no cuestionan), son graves. Y desnudan la precariedad en algunas partes de este entramado que permite subsistir a miles de santafesinos, que hoy tienen cortada su principal fuente de ingresos.

“El circuito está roto”, sostiene Alfredo Baruffato, presidente de la Asociación Civil Santafesina de Fiestas Tradicionalistas y Jineteadas de Santa Fe. Y explica que esto impacta muchísimo a una gran cantidad de personas que viven ligadas a la actividad: jinetes, músicos, animadores, payadores, tropilleros (que están haciendo lo imposible para mantener sus caballos y evitar que terminen en un frigorífico); fletereros, pilcheros (que compraban a las textiles y ya no lo hacen), talabarteros o sogueros. Las ambulancias y los seguros. Algunos están inscriptos, aunque muchos trabajan en el campo o la construcción. “Y también le pega a alguna ONG que en cada evento recibía alguna donación, que tembién se pierde (por lo general, ligadas a la equinoterapia, etc.)”, asegura.

En Radio Patria. Baruffato -en la foto junto a una de las promesas de la jineteada femenina de la provincia- lamenta que el impacto del parate pegue tan duro a todo el circuito de festivales tradicionalistas.

Nada para festejar 

Baruffato insiste con que “están todos los rubros impactados”. Y que si bien las fiestas se pueden postergar, el circuito está detenido, y esto frena la única fuente de ingresos para mucha gente. “Un reconocido artista está siendo mantenido por su hija que trabaja en un supermercado. Otros trabajan en los campos y se la rebuscan, pero «el circuito está muy deteriorado, mucho más que el turismo rural, porque involucra a mucha gente, y a pueblos y localidades que con cada evento tenían el aguinaldo del año».

El titular de la Asociación también es el referente de una conocida emisora radial, dedicada a promocionar estos eventos. “En la radio teníamos 3 a 4 fiestas por semana, y obviamente que estamos perdiendo mucha plata como medio”. Y detalla que por cada evento se cuentan como mínimo de 200 a 300 personas de forma directa e indirecta. “Esto se multiplica en cada pueblo. En nuestra provincia, cada 100 kilómetros hay 2 o tres fiestas”.

Encima, el cronograma venía bien cargado: en abril arrancaba la pre doma de San Justo, un festival en Campo Andino que el año pasado llevó 3000 personas; La Pelada (Los Charabones con los mejores montadores); Laguna Paiva, Naré (la clasificación a Cayastá), Las Varillas (Córdoba), la Fiesta del Gaucho en San Martín de las Escobas. Además, eventos en San Jerónimo Norte, Arocena, San Fabián, Recreo, Esperanza, San Jerónimo del Sauce, Santa Clara del Buena Vista, San Cristóbal, Angélica, Santo Tomé y San Carlos.

Baruffato ansía que todo vuelva a la normalidad cuanto antes. “A partir de la primavera ojalá se pueda reiniciar. Imaginate que los jinetes están inactivos, eso les puede producir un problema físico. Se trata de atletas (hombres y mujeres) acostumbrados a un deporte exigente, a ir al gimnasio, y que ahora tratan de mantenerse como pueden”.

A esos no los para ni el coronavirus 

En otro orden de cosas, agrega que la pandemia no frenó a la delincuencia rural, un flagelo que cada vez les pega con mayor severidad. “El tema de la inseguridad sigue siendo un problema sobre todo por el robo de caballos, una modalidad que se mantiene. Pedimos un destacmento nuevo en Sauce Viejo, una zona que es muy grande y muy conflictiva”.

Lo cierto es que para este sector, poco amigo de los lujos, tan cercano a nuestra tradición, y acostumbrado a las privaciones, habrá que seguir “cinchando”. Tal vez, la resignación por este mal momento la resuma una vez más el recitado de don Uberfil: “Ojalá mi compañero/ de que se llegue al final, en forma franca y genuina/y que se salven las personas de esta América Latina”.

FUENTE: Federico Aguer/Campolitoral

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