La temporada 2022 no arrojó los números esperados y al mal momento económico se sumaron los días de calor extremo. A pesar de la etapa negativa, los productores esperan el «viento a favor» y confían en que la actividad tenga un repunte.
«La situación negativa sigue profundizándose porque la cuestión impositiva, la enorme brecha que hay, la cantidad de impuestos que tenemos, la imposibilidad de importar tecnología por las restricciones que hay nos perjudican enormemente. De hecho no paran de salirse empresas de la actividad porque no tienen ni lo mínimo para cubrir el costo directo, o sea, sobrevivir», alertó Alejandro Pannunzio, presidente de APAMA (Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia) en declaraciones a Mirador Entre Ríos.
La escalada de la inflación y la poca competitividad que tiene el sector por los impuestos y las diferencias con competidores directos preocupan a los productores mucho más que los cambios en el clima. Aunque, aseguran, harán todo lo posible por no dejar de dedicarse a la fruta que fuera sinónimo de prosperidad en la región.
«Esta es una actividad en la que por la gran competencia que hay a nivel mundial la renovación varietal y la incorporación de tecnología son algo que hay que hacer continuamente. Por ejemplo, si uno piensa en la duración de las plantas sabe que algunas duran 40 años, pero quizás la preferencia del mercado por la variedad que trabajamos no y tal vez mi plantación tiene 10 años y está bien pero ya no es lo que quieren quienes lo compran. Esto significa que una plantación debe renovar el 10% por año del plantel de plantas que tiene en su campo y eso no está ocurriendo hace muchos años, por lo que nuestras variedades se van desactualizando con respecto a lo que quieren nuestros mercados», contó.
Según explicó, no ingresa material genético para cambiar la fruta y eso hacer ver un panorama negativo. «Estamos trabajando muchas veces con variedades antiguas así que entre la situación económica y la competencia que tenemos ahora que todos los países están plantando arándanos en todos lados y pueden renovar, sumado a la situación impositiva que tiene este país, que no la tienen en ningún otro lado, hace que todo esté mal. Los resultados están a la vista».
Condicionantes climáticos
«En los cultivos que se hacen bajo riego se sufre menos y ese es nuestro caso. Pero cuando hablamos de anomalías de precipitaciones también se habla de anomalías por temperaturas y nosotros en el último verano hemos tenido temperaturas altas con baja humedad y eso genera una situación de estrés bastante importante. Eso trae dificultades. De alguna manera estos cambios hacen que tengamos que estar pendientes del estado hídrico del suelo, del riego, porque fue una época de crecimiento de las plantas y debimos cuidarlas el doble, porque de eso depende la producción que luego vemos desde septiembre en adelante», contó.
A la atención y el cuidado, los empresarios dedicados al arándano debieron sumarle algo más: el personal calificado. «Dependimos mucho de las personas que hacían el riego. Es importante la capacitación de recursos humanos porque podemos tener el mejor sistema de riegos pero a eso lo maneja una persona y si no está capacitada no sabrá a qué detalles prestar atención durante el seguimiento y luego la planta no tendrá la calidad necesaria», explicó Pannunzio.
A pesar de eso, todavía hay una luz de esperanza. «Queremos seguir trabajando para poder sostenernos y también esperamos que las condiciones económicas mejoren y podamos mejorar también nosotros. No queremos dejar la actividad», concluyó.