Una Cooperativa santafesina apostó por generar una unidad e negocios independiente para recuperar los silobolsas usados del campo para financiar un paquete de ayuda para cuando las escuelas de la zona vuelvan a la presencialidad.

En los últimos años, los silobolsas se han transformado en un insumo fundamental para la producción agropecuaria en Argentina. Su capacidad de almacenamiento, simpleza de instalación y logística, han permitido facilitar y bajar drásticamente los costos de la cosecha. Sin embargo, como contrapartida, una vez usados, los plásticos que lo conforman pasan a ser parte de un problema ambiental, cuya resolución se dificulta por varios motivos, fundamentalmente, la falta de una legislación moderna que facilite su reaprovechamiento. La gran mayoría pasa a ser parte de un circuito de reciclado informal para producciones alternativas, con todas las consecuencias que ello implica.

Dar el primer paso

Conscientes de la necesidad de dar un paso superador, desde la Cooperativa Agrícola Ganadera de Videla decidieron hacer algo al respecto, y resolvieron sumarse al emprendimiento de su entidad madre (Asociación de Cooperativas Argentinas), quienes desarrollaron hace algunos años en el sur provincial una planta de reciclado de plásticos del agro.

El programa básicamente implica recuperar el plástico de los silobolsas utilizados por los asociados a la entidad, para entregarlos a ACA, y destinar los fondos obtenidos a ayudar a las escuelas de las zonas de influencia de la Cooperativa, apuntando a colaborar con insumos destinados a higienizar y desinfectar los establecimientos al momento del regreso de los chicos a clase.

«Son 20 establecimientos entre jardines, primarias y secundarias de las 4 localidades donde está presente la Cooperativa», detalla Carlos Perone, responsable de comunicación de la entidad.

La idea «prendió», y disparó nuevas alternativas superadoras. «A futuro vemos varias posibilidades, tales como el recupero de envases fitosanitarios, ya que en Videla la Escuela Secundaria cuenta con una maquinaria específica, pero se nos dificulta con los grises en materia legislativa, para saber si el transporte de ese material puede ser completo o chipeado, que sería lo óptimo para poder cargar un camión, y los números serían diferentes. En este sentido, se habló con la gente del gobierno provincial para poder avanzar», agrega.

Perone también enfatiza que la iniciativa apunta a destacar la importancia del recupero «por derecha», sin alimentar el mercado informal que actualmente existe de estos materiales. Y sostiene que se trata de «un emprendimiento social, cuyo fin apunta a ser autosustentable, y que no dependa de la voluntad de una empresa o la misma Cooperativa, «sino que genera un recurso fijo por la venta mediante la venta de los plásticos descartados».

No hay marcha atrás

Según Mauro Noseda, coordinador de insumos de la planta de Videla, había que hacer algo para aprovechar un insumo tan generalizado. «A medida que fue incrementándose el uso de las silobolsas (que es un sistema que viene en notable crecimiento), veíamos la cantidad de residuos plásticos que quedaban en el campo. Gracias al emprendimiento de ACA de la planta de recupero en Cañada de Gómez quisimos sumarnos a esa iniciativa y trasladarlos a ese destino. Con esa finalidad parte de ese plástico vuelve a ser silobolsas o se le destina otro uso».

Por otro lado, destaca que eso permitió afianzar un trabajo con las entidades educativas de la región, con quienes ya había una relación, pero que ahora -con esta vuelta de tuerca- podría afianzarse un canal más concreto de ayuda.

«Desde hace varios años que venimos trabajando con las escuelas merced a una Exposición que se hace todos los años en la zona, donde ellos presentan sus proyectos». Noseda reconoce que las escuelas sufren de muchas necesidades, por lo que ayudarlos de esta manera implicaba una acción concreta y palpable. «Previendo la vuelta a clases, vimos necesario armar un kit de limpieza para proveerlos del mismo antes que comiencen con la presencialidad. La verdad es que tuvo buena llegada con los docentes», admite con satisfacción. «Nos contactamos con unas 20 escuelas a quienes les entregamos los kits, y se mostraron muy agradecidos por la iniciativa», agrega.

El freno de la realidad

A futuro, coincide con Perone en seguir apostando a este sistema, creando conciencia en los productores y usuarios «que hay empresas que están invirtiendo dinero y tiempo en ajustar las cosas para mejorar el medio ambiente y para tener otra perspectiva a futuro. Pero solos no se puede, hay que hacerlo de forma conjunta. Mientras exista un mercado informal, la cosa se complica», admite.

En este sentido, remarca que hay Centros de Acopio Transitorio (CAT) destinados a tal fin. «En San Justo hay uno, donde el productor puede hacer el triple lavado, desactivar los bidones, prensarlos para hacer fardos de plástico y transportar lo que se pueda. ACA los está recibiendo, los chipean y les dan forma para orto producto», explica.

Finalmente, consultado sobre el escenario productivo en el que se desarrolla la iniciativa, destaca que acabaron de recibir una «linda» lluvia, cuyo aporte llega justo para la floración del maíz, que «era uno de los que más lo necesitaba». También destaca que se están sembrando las sojas y se terminó la cosecha de trigo, «que anduvo bien con los rindes, mejor de lo que esperábamos».

Visión de largo plazo

Según expresan, apuntan a representar una herramienta fundamental para el desarrollo del productor, generando un vínculo que le brinde todos los servicios que pueda requerir a partir de una relación equilibrada de beneficio para ambas partes y los terceros vinculados, constituyéndonos de esta manera en un referente para los negocios y motor de progreso de zonas de influencia. «De esta manera sostendremos un constante crecimiento de negocios y estructura asociada, basado en consolidar nuestra imagen de fortaleza, solidez, honestidad y confiabilidad».

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