Este año, como muchos otros, el sector agropecuario vuelve a salvar el país de una crisis aún mayor, gracias a miles de profesionales vienen trabajando desde hace décadas junto a productores, empresas e instituciones.
El sector agropecuario argentino es uno de los más competitivos del mundo pero también, uno de los más sustentables, aún con muchas políticas que lo perjudicaron a lo largo de la historia.
Este año, Argentina logrará una cosecha de récord de 149 millones de toneladas y un crecimiento de las exportaciones de carne del 77%. La producción total de materias primas genera más del 7% del PBI de manera directa, y agregando las diferentes cadenas de valor, en manufacturas, transformación en bioenergías, insumos, maquinarias, entre otras, llega a más del 16%.
Estos productos representan 7 de cada 10 dólares que provienen de la exportación. De los más de 170 nuevos mercados que se abrieron en los últimos años, absolutamente todos demandan nuestras materias primas y derivados de ellas.
Desde el punto de vista social, el sector genera 1 de cada 6 puestos de trabajo en la actividad privada y 1 de cada 10 pesos de la recaudación de impuestos del Estado. Y en lo que respecta a la dimensión ambiental, el agro argentino es de los que menos contamina en el mundo.
En las últimas décadas la productividad ha aumentado considerablemente a partir de la incorporación de conocimiento y el uso de la tecnología, el mejoramiento genético, la siembra directa, el uso de fertilizantes, la agricultura y la ganadería de precisión, la incorporación de las buenas prácticas, por solo mencionar algunos ejemplos, con los que aquellos pioneros que un 6 de agosto de 1883 crearon el Instituto Agronómico-Veterinario de la provincia de Buenos Aires, podrían estar orgullosos.
Ahora, si bien venimos por un buen camino son muchos los desafíos que tenemos por delante, porque nuestro potencial está aún muy lejos. Necesitamos seguir profundizando la incorporación de buenas prácticas agrícolas como la rotación de cultivos, la incorporación de cultivos de servicios, minimizar el uso de fitosanitarios, reponer los nutrientes que extraemos, mejorar eficiencia y secuestrar más carbono.
Desde el punto de vista ganadero, avanzar en prácticas de bienestar animal, mejorar los índices reproductivos, la sanidad. Y en ambas actividades, debemos responder a las nuevas demandas como las certificaciones, la calidad de los procesos, la trazabilidad, la sostenibilidad de nuestros sistemas, la diversificación y diferenciación de nuestra producción, el desarrollo de las bioenergías y el aprovechamiento de los subproductos, donde la innovación y el desarrollo de tecnologías juegan un papel fundamental.
Estas serán claves para la atracción de inversiones tanto de capital nacional como extranjero. También, se deberá trabajar junto al sector público para resolver cuestiones en infraestructura, transporte, realizar las obras para prevenir y disminuir el impacto de las inundaciones, los controles sanitarios y ambientales, mejorar el sistema tributario y el acceso al crédito.
La agroindustria argentina tiene todo para seguir siendo líder, ser un motor para el desarrollo y generar oportunidades. Y los profesionales de las ciencias agropecuarias son claves para ello. A redoblar esfuerzos. ¡Feliz día!
(*) Coordinador del Programa de Graduados de la Universidad Nacional del Litoral