En el Día Internacional de las Mujeres Rurales, Vanesa Padullés, presidenta de CONINAGRO Córdoba, reflexiona sobre los avances, los desafíos y el rol transformador de las mujeres en el entramado agropecuario argentino.

 

Cada 15 de octubre se conmemora el Día Internacional de las Mujeres Rurales, una fecha que busca visibilizar el trabajo y el compromiso de quienes, desde el corazón productivo del país, sostienen la vida rural y alimentan al mundo.

En ese marco, Vanesa Padullés, presidenta de la Comisión Asesora Regional Córdoba de CONINAGRO, comparte su mirada sobre la evolución de la participación femenina en el agro y la necesidad de seguir construyendo espacios de equidad.

 

 

“Históricamente, las mujeres tuvieron poca vida institucional. Los usos y costumbres hacían que su lugar estuviera más vinculado a la familia o al trabajo puertas adentro, mientras que el campo y las entidades quedaban bajo responsabilidad de los hombres”, reconoce Padullés.

Sin embargo, aclara que esa realidad empezó a cambiar: “Hoy hay más mujeres que se animan a participar, a ocupar los espacios disponibles, a tomar decisiones y a visibilizar su trabajo”.

Cambio cultural

Para la dirigente, el cambio cultural en las instituciones agropecuarias viene acompañado de una transformación personal y colectiva.

“Participar implica salir de la zona de confort, dedicarle tiempo, pasión y formación. Es un complemento de lo que hacemos en nuestras empresas o en los campos: hay que estudiar, capacitarse y estar presentes para ocupar esos lugares que antes no tenían representación femenina”, sostiene.

Padullés subraya que la participación de las mujeres no es una cuestión de cupo, sino de vocación y compromiso.

“No se trata solo de estar por estar, sino de aportar miradas distintas que enriquezcan las instituciones. Muchas veces, las mujeres tenemos una sensibilidad más integral sobre el territorio, una visión más asociada al cuidado de la tierra, a la sustentabilidad y a las relaciones humanas dentro de las comunidades rurales”, explica.

Desafíos

El avance de la participación femenina en el ámbito rural no está exento de desafíos. Uno de ellos es conjugar los tiempos y espacios entre la vida laboral, familiar e institucional.

“No es fácil, pero se puede. También es importante que haya un entendimiento social, especialmente de los hombres, para aceptar y acompañar estos cambios. No es una competencia de géneros, sino un complemento de miradas”, resalta.

Más allá de la cuestión de género, Padullés enfatiza la necesidad de fortalecer la participación gremial y el compromiso institucional del sector agropecuario en su conjunto. 

“La coyuntura del agro argentino sigue siendo muy desafiante. Tenemos reclamos históricos y una falta de políticas de Estado que brinden previsibilidad. Siempre decimos que, si ya asumimos riesgos por el clima y la naturaleza, necesitamos al menos reglas claras para poder planificar”, señala.

“Producimos alimentos, pero también cuidamos la tierra”

Desde CONINAGRO, la dirigente promueve la idea de un desarrollo sustentable que combine productividad con responsabilidad ambiental y social.

“Necesitamos políticas que acompañen los ciclos productivos y naturales, que no entorpezcan nuestro trabajo. Las decisiones del Estado deben alinearse con los tiempos del campo y con la mirada de largo plazo que requiere el sector. Las mujeres, por nuestra forma de ver el mundo, solemos aportar una perspectiva más consciente del impacto de cada acción: producimos alimentos, pero también cuidamos la tierra que nos los da”, reflexiona.

Sobre el final Padullés dejó un mensaje que sintetiza su compromiso con el movimiento cooperativo y con las mujeres que día a día sostienen la vida rural:

“A todas las mujeres que trabajan tierra adentro, mi reconocimiento y mi abrazo. Son ellas las que con esfuerzo, pasión y compromiso hacen grande al campo argentino”.