Julio Ramos es sacerdote salesiano de una escuela rural. En Palermo nos explicó la clave de su tarea pastoral y educativa desde el campo, en momentos difíciles para muchos argentinos.

«Mi amor por el campo nació de chico, de mirar diarios y revistas, de Palermo. Y luego, en la etapa formacional que se llama “Tirocinio” (internado), me enviaron a una escuela Agrotécnica en Río IV, San Ambrosio, y me enamoré del campo», le dice Julio a EL CAMPO HOY.

Siguiendo con el relato, recuerda que ni bien fue ordenado sacerdote volvió a esa escuela unos años más, y luego le ofrecieron volver a una escuela rural. «Y acá estoy, en el norte de la provincia de Buenos Aires en el partido de Arenales en la zona rural de La Trinidad en una Escuela Agrotécnica, feliz, desde hace 9 años».

– ¿Cuáles son los desafíos cotidianos a nivel pedagógico y pastoral?

– Nuestra escuela tiene pupilaje, entonces los chicos conviven de lunes a viernes, y prefiero esa forma de educarlos, de conocerlos tal cual son, es una posibilidad enorme para acompañarlos mucho mejor. Y después lo que va aconsejando la vida, lo que uno va mirando con los ojos y escuchando con los oídos por dónde van las inquietudes de los chicos, la gente y sus necesidades. Hoy contamos con herramientas como las redes sociales, desde Twitter a Tik Tok, desde Facebook s Instagram, poder aprovechar todo eso para dará una palabra, una fuerza, un aliento para continuar el camino de cada día, desde la Fe.

– ¿Cómo ves a la gente hoy?

– Hablo con mucha gente y en muchos de ellos percibo tristeza, angustia y dolor, pero no desesperación. La gente quiere hacer algo, pero no sabe qué. Y en ese no saber qué hacer, les sugiero seguir habiendo aquello que hacen, que ya llegará el momento de progresar. Entonces el sostener, animar, es un gran trabajo, porque uno también es humano y se cansa, pero ahí está la confianza y la entrega en Dios que nos ilumina y nos guía, aún en situaciones difíciles como las que está pasando muchísima gente.

– ¿Cómo ves el campo, su potencial?

– Uno ve acá y nota el potencial, y uno mismo, que estando en el campo y lamenta que no se comprenda y no se abran a esas tremendas potencialidades. Pero se sostiene con la gente que se levanta cada día con esperanza, con quienes siguen apostando al trabajo, al ordeñar, a cuidar las ovejas y a mirar a los cultivos.

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