La carinata es un cultivo de cobertura que tiene valor comercial, respeta un proceso de trazabilidad y tiene precio garantizado; lo que llevó a que en la zona de San Justo quintuplicara su área sembrada respecto al año pasado. Una nueva herramienta productiva y comercial que llegó para permitir diversificar la producción. invernal.

La sembradora ruge mientras hace su trabajo, yendo y viniendo por el lote. Los rayos del sol matinal de mayo intentan calentar una mañana fría, en la que las ráfagas de un viento helado atraviesan el campo sin piedad.

Ha llovido bien en toda la zona, y eso se ve en la humedad del suelo y en los caminos con poca polvareda. Se avecina una etapa clave como es la siembra del trigo; pero en este campo de Colonia Angeloni, como en unas casi 2.000 hectáreas de la zona rural de San Justo, los planes son bien distintos.

Un cultivo que se multiplica

«En un año pasamos de sembrar 400 a 2.000 hectáreas», dice Alfredo Chemes, titular de una importante agropecuaria sanjustina. Lo dice en relación a la carinata, un cultivo nuevo que llegó de la mano de todo tipo de innovaciones.

«Es un cultivo nuevo para nosotros, sumamente interesante desde varios puntos de vista, y que ya el año pasado en esta zona comenzamos a hacer. Este año debido al éxito y los buenos resultados logramos quintuplicar la superficie. Estamos muy contentos y con muchas expectativas», agrega «Pino».

El primer aspecto que lo destaca es que se trata de un cultivo de servicio, que si bien no es comestible, tiene todas las ventajas agronómicas de la cobertura, pero que además cuenta con valor comercial. «A diferencia de los que cotizan en pizarra, la carinata se hace bajo contrato y con un precio ya establecido. Es un cultivo cuya renta es interesante y viendo que los rindes son buenos, permite que se desarrolle perfectamente».

Quien compra la producción es una empresa francesa, principal productora de biocombustible para la industria aeronáutica. «Y lo hace bajo las nuevas normativas ambientales en el mundo, por lo que es tan buscado y por lo que empezó a hacerse en Argentina, Brasil y Uruguay».

 Recién nacida. En Colonia Angeloni la conocieron el año pasado, y fue amor a primera vista.

Carintata no es ningún nabo

El Ing. Agr. Martín Batistuti explica que es un cultivo de invierno; que se siembra a fines de abril / mayo y culmina en noviembre, donde se cosecha en planta previo a un desfoliado. «Tiene un sistema de raíces muy pivotante, lo que aporta un perfil muy interesante como servicio, porque genera un sistema de raíces ideales para ablandar los suelos».

Además, recalca que es una especie bastante práctica, que no requiere muchas labores culturales, y que es muy invasora en cuanto al crecimiento. «Es un cultivo que permite diversificar el sistema productivo en una zona en donde en esta época se hace trigo solamente. Por eso entra bien en el esquema de rotaciones, y en cuanto a la implantación de rastrojo no genera ningún inconveniente para la siembra posterior de soja».

El técnico opina que hay que buscar el nicho apropiado para cada cultivo, porque el productor necesita diversificar: «el trigo seguirá siendo importante, pero esto está bueno para meter otras alternativas al sistema productivo», insiste.

También explica que es una brassica parecida al nabo y la colza, pero no es comestible. Es un cultivo que cotiza con el mercado europeo que toma como referencia a la colza, y que hoy está dando unos U$ S 330 dólares por tonelada. «Con el coronavirus bajaron los precios, pero es un precio interesante».

Raíces pivotantes. Uno de sus fuertes, que le permite mejorar la condiciones del suelo para la posterior siembra de soja.

De atrás para adelante

Un factor interesante del cultivo lo brinda su estructura comercial, la que arranca con la autorización para su siembra desde Francia, futuro comprador del grano. «Va con trazabilidad: se elige el lote, se pasan las coordenadas, nos habilitan para sembrar y se firma un contrato de producción que garantiza la compra de la totalidad de la siembra», explica.

En cuanto a los aspectos agronómicos, cuenta que en la implantación, se siembran entre 4 y 5 kg/ha. «Demanda 30 kilos de Nitrógeno por tonelada de grano, con lo que esperan un rinde cercano a los 2.000 a 2.200 kilos. El año pasado arrancamos sin experiencia, y ahora estamos ajustando la densidad y la fertilización», admite. Y reconoce que es todo nuevo, y que «año a año vamos adquiriendo experiencia: la profundidad de siembra es muy playa (de 1 a 2 cm de profundidad), y hasta con una siembra de avión se puede lograr».

Un paso adelante

El Ingeniero Agrónomo Mariano Gómez es el referente comercial de la semillera que comercializa el paquete de la carinata. En diálogo con Campolitoral, no pudo ocultar el entusiasmo que el proyecto significa.

«Nosotros llegamos por un emprendimiento integral, en el cual la producción de este cultivo se utiliza como combustible de segunda generación para combustible de avión», recuerda. Y explica que en Uruguay se está sembrando hace 5 años con una pastera, y que Nuseed compró el programa de mejoramiento del cultivo, por lo que es dueña del paquete.

El año pasado se hicieron las 1600 hectáreas en el país, con lotes que están localizados en el centro norte de Buenos Aires, en Entre Ríos, Chaco, junto con Santa Fe. Como la experiencia fue muy buena, la empresa está estimando crecer a una superficie de unas 15.000 hectáreas para esta campaña. «Hoy nos posicionamos con una variedad en la región norte de Buenos Aires, el NEA, Santa Fe, Chaco, algo en Tucumán y en Catamarca».

Gómez destaca que es un cultivo de cobertura «con renta», después del cual se puede hacer un cultivo de granos gruesos con muy buenos resultados, con respecto a un rastrojo de trigo. En cuanto a la zona, coincide con Batistuti en que no viene a competir con el trigo, sino a complementarlo. «Cuando los trigos alcanzan los 5 mil kilos, a la carinata se le complica para competir, pero en otras zonas, como las de San Justo anda muy bien». Y también destaca lo que deja para el cultivo siguiente, por la característica de la planta y su raíz pivotante que se desarrolla muy bien sobre superficie «produciendo materia seca para la estructura del suelo y un movimiento del suelo que en los primeros centímetros permite una estructura más aireada que después se puede ver en el cultivo siguiente».

Al final del ciclo, la planta tiene una altura de 1.40 a 1.60 metros, generando un rastrojo que se seca y se degrada muy rápidamente. «Esa rápida degradación con esos nutrientes está disponible para el cultivo».

Como la colza, pero mejor. Las ventajas agronómicas y comerciales constituyen un paquete estable y predecible para complementar al trigo y diversificar.

Proceso certificado

La implantación de este cultivo implica la aplicación de un proceso certificado con normas internacionales de calidad. Al igual que Chemes, Gómez aclara que el productor para poder sembrar tiene primero que georeferenciar el lote, y que el mismo no haya sido desmontado desde 2008. «Todo el proceso productivo se certifica, y se utilizan sin excepción productos fitosanitarios de banda verde. Además, se deben informar algunos datos de la explotación agrícola. Por esa certificación hay un premio en el negocio final de la carinata».

Luego de la cosecha, el cultivo se vende a través de una empresa francesa, que luego de importarlo a su país lo procesa. De su aceite se obtiene el combustible y con la harina se hace alimento para animales (tiene alto contenido de glucosinatos y ácido erúsico). Otra ventaja respecto a una colza, por ejemplo, es que no tiene dehicencia (pérdida de semillas en planta o desgrane), ya que la cosecha se hace en pie con una plataforma. Se puede usar desecante, homogeneizando el lote en humedad.

Como buen agrónomo, Gómez sigue enumerando las ventajas del cultivo, y destaca que tiene una semilla chica pero muy rústica, con una plasticidad y un poder de cobertura del lote muy importante, «y eso hace que con densidades de 30 o 90 plantas no haya diferencias de rendimiento, aunque con pocas plantas pueden aparecer malezas o un eventual vuelco. «Por eso la densidad aconsejada es de 60 a 80 plantas por metro cuadrado. También se puede sembrar al voleo con avión, aunque la disposición de las plantas en este caso es aleatoria».

Finalmente, elogia el mecanismo de formación de precio, el que está atado al mercado de colza francés que cotiza todos los días en euros, lo que permite ir fijando precios. «A noviembre estaría dando un precio de U$ S 315 a 317 la tonelada, más la bonificación de 15 dólares por la certificación. Y además, si se fertiliza con guano (fertilizante natural) tenés un adicional de 10 dólares más», afirma. «Nosotros proveemos la semilla, el soporte técnico y cerramos el proceso con la compra del producto, que se exporta a través del puerto de San Pedro, por Grobo hermanos».

Un soldado contra las malezas

Carinata compite muy bien con las malezas, ya que una vez crecida no permite caminar en el lote, porque «sombrea mucho». Biológicamente tiene un ciclo similar a una colza, que una vez sembrada (3 a 4 kg /ha) tiene buena respuesta a la fertilización con Fósforo, Azufre y Nitrógeno una vez que el cultivo está implantado.

Has recorrido un largo camino

El cultivo de carinata (Brassica carinata), también llamada mostaza etíope o mostaza abisinia es originario de Etiopía. Se trata de un cruzamiento natural entre la mostaza negra (B. nigra) y una col silvestre (B. oleracea), por lo que está emparentada con especies de importancia agronómica como colza (B. napus), nabo (B. rapa), mostaza india (B. juncea), entre otras. En diversas regiones del mundo es cultivada a pequeña escala, principalmente como hortaliza y condimenticia.

«Sin embargo, en los últimos años su cultivo se ha expandido principalmente por su gran adaptabilidad agronómica, su potencial para producir biomasa (generación eléctrica) y biodiésel (combustible para aviones). Además, se la utiliza como cultivo de cobertura, alimentación animal y biorremediación debido a su crecimiento invernal, valor proteico y tolerancia a metales pesados, respectivamente», argumentan desde INTA Paraná.

En nuestro país, la carinata se presenta como una opción para diversificar el área de cultivos invernales. Sin embargo, y debido a su reciente introducción, existe un conocimiento limitado de sus problemas sanitarios. Por eso, en 2019 en la EEA Paraná del INTA se implantaron parcelas experimentales para su evaluación agronómica, en las que se detectaron cinco enfermedades en el cultivo de carinata: mildiu, podredumbre negra o mancha en «V», mancha gris, mancha foliar por Phoma y oídio en tallo. A tener en cuenta.

La sembradora termina la parcela y nos despedimos del grupo. «Más allá de lo que estamos pasando, el productor agropecuario siempre es optimista y va para adelante», dice Chemes al subirse a la camioneta. Y en San Justo, ahora tienen a la carinata para recuperar la ilusión y complementar lo que será una buena campaña de trigo.

Fuente: Federico Aguer/Campolitoral

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