Según un informe de la Ocde, a nivel mundial el 17,8% de los ingresos de los agricultores son subsidios del Gobierno. En Argentina, no solo no reciben dinero sino que el Estado se lleva un gran porcentaje de lo que ganan.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) difundió este martes su informe anual “Monitoreo y Evaluación de la Política Agrícola”, del que se desprende que Argentina se mantiene como el país agrícola que menos apoya a sus productores.

En el promedio 2017/19, a nivel global el 17,8 por ciento de los ingresos de los agricultores es dinero que reciben del Estado por algún tipo de ayuda, ya sea por subsidios u otras compensaciones.

En Argentina, en cambio, el “soporte” del Estado es negativo: se lleva 21,4 por ciento de los ingresos de los productores. Solo India y Taiwán muestran una situación similar, y en ningún caso el saldo desfavorable para los agricultores es tan alto como en Argentina.

Y se trata de un fenómeno de larga data: la Ocde inició estos informes en el período 2000/2002, cuando Argentina ya era la peor nación en este rubro.

Según el economista David Miazzo, de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada), si se toman solamente los datos de 2019, el “apoyo” negativo hacia el agro es aún peor: -28,2 por ciento.

De acuerdo con la evaluación de la Ocde, “Argentina brinda apoyo negativo a su sector agrícola principalmente debido a los impuestos a la exportación que deprimen los precios”.

La única asistencia que reciben los agricultores son a través de créditos a tasas preferenciales para insumos, señala el reporte.

Esto pese a que la propia entidad subraya que la producción y las exportaciones “crecieron dinámicamente en las últimas dos décadas debido a un sector privado innovador y a la apuesta al conocimiento, la investigación, la extensión y la inspección sanitaria”.

Pero también en estas dos décadas, “el apoyo a los productores se ha mantenido negativo, con grandes fluctuaciones: -11,9 por ciento de los ingresos brutos entre 2000 y 2002; hasta un extremo del -51,1 por ciento en 2008; para luego retornar al -10,3 por ciento de 2017 y una nueva baja desde el inicio de la depreciación del peso y la recesión económica de 2018”.

FUENTE: Agrovoz

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