Este fin de semana, el Centro Agrotécnico Regional (CAR) de Venado Tuerto dará un paso trascendental al inaugurar un tambo robotizado, una apuesta tecnológica de vanguardia que marcará un antes y un después en la educación agrotécnica argentina.

Pero este hecho es mucho más que una inversión en maquinaria: es el reflejo de una visión educativa forjada a lo largo de 47 años por el Ingeniero Agrónomo Mario Huber, un maestro en el más profundo sentido de la palabra. En el marco del Día del Maestro en Argentina, su historia no sólo merece contarse, sino también celebrarse.

De un vivero olvidado a una escuela modelo

Cuando Mario Huber llegó al CAR, el predio de 150 hectáreas funcionaba como un vivero provincial, sin demasiada proyección ni infraestructura. Hoy, es una institución educativa de referencia nacional, con más de 1.000 alumnos que llegan desde múltiples provincias, en 11 colectivos diarios, con 22 talleres en funcionamiento, un enfoque integral en sustentabilidad, tecnología, y biotecnología, y una red de vínculos internacionales que lo conecta con instituciones educativas de Europa, Asia y América.

«Cuando fui a una convención en Francia, me di cuenta de que nuestra educación agrotécnica estaba completamente desfasada», recuerda Huber. Desde entonces, comenzó una revolución silenciosa, pero imparable. Participó en convenciones en Estados Unidos, fue representante latinoamericano en redes de escuelas agrícolas; y, sobre todo, trajo de cada viaje nuevas ideas que transformó en realidad. Una de ellas: comenzar la educación agrotécnica desde la infancia.

Tecnología, sustentabilidad y humanidad

Lejos de oponer campo y ciencia, el CAR de Venado Tuerto los integra en cada rincón. Los alumnos no sólo aprenden a manejar tractores con piloto automático o cosechadoras conectadas a sistemas de monitoreo en tiempo real, sino que también se forman en laboratorios orientados a la sanidad animal y vegetal, con un perfil que equilibra el conocimiento técnico con una fuerte conciencia ambiental y ética.

Hace cinco años, se incorporó un bachillerato en biotecnología, y este año, con la inauguración del tambo robotizado, el CAR da otro salto hacia el futuro. “La robotización no reemplaza trabajadores, al contrario, forma profesionales más capacitados para una nueva ruralidad. Es una herramienta educativa que prepara a nuestros alumnos para liderar”, afirma Huber.

Y no se trata solo de formar operarios: se forman líderes, gestores, emprendedores. El perfil del egresado que se busca no es sólo técnico, sino humano, comprometido con su entorno y con una mirada global.

Una escuela que educa con los pies en la tierra… y los ojos en el mundo

En el CAR, nada está librado al azar. Desde prohibir el uso del celular y el mate, hasta promover una cultura de respeto, convivencia y esfuerzo colectivo. «No es prohibición, es una cultura. Cuidamos los detalles, desde el aroma del tambo hasta la textura de una rosa. Eso también es educación», dice Huber.

Sí, rosas. Porque además de cerdos, vacas y robots, el CAR tiene convenios con los jardines de Monet en Francia. Allí, alumnos viajan a capacitarse en floricultura y actualmente el colegio mantiene vivas más de 135 variedades de rosas antiguas, reproducidas en laboratorio sin injertos. Un ejemplo de cómo conviven la tradición y la innovación en un mismo espacio educativo.

Una red que se expande

Desde semilleros donde trabajan exalumnos, hasta convenios con la India, intercambios con Italia, Croacia, Francia y España, la escuela tiene claro su rol como nodo de conocimiento. “Nuestros alumnos no viajan para hacer turismo, viajan a observar, a aprender y a traer ideas nuevas. Así se transforma una comunidad”, remarca Huber.

Y también se da el lujo de ayudar: el 80% de los alimentos consumidos en la escuela se producen internamente, y una parte importante se dona a entidades de bien público de Venado Tuerto y la región.

Un legado en movimiento

Mario no se detiene. Ni él ni el equipo de docentes, técnicos, colaboradores, y más de 70 empresas que apoyan este proyecto educativo. Este domingo, cuando corten la cinta del tambo robot, no será sólo una celebración de la tecnología. Será un homenaje a una vida dedicada a educar con compromiso, pasión y visión de futuro.

“Tenemos pasado, pero lo más importante es que tenemos mucho futuro”, dice con humildad.

En este Día del Maestro, su figura representa a tantos docentes argentinos que, lejos de los grandes titulares, siembran cada día conocimiento, valores y sueños en el corazón de sus alumnos. Y en Venado Tuerto, ese sembrar ya tiene cosecha.

📌 Sobre el CAR de Venado Tuerto:

. +1.000 alumnos diarios

. 11 colectivos escolares

. 22 talleres activos

. Tambo robotizado

. Bachillerato en Biotecnología

. Producción sustentable de alimentos

. Convenios internacionales (Francia, India, Croacia, Italia, EE.UU.)

. Laboratorios de sanidad animal y vegetal

. Proyectos de equinoterapia y floricultura

🎙️ Frase para recordar:

«El egresado tiene que ser un mensajero de una educación moderna, sustentable y comprometida con el mundo.» — Mario Huber

¿Querés conocer más sobre el CAR o participar de la inauguración del Tambo Robot?:

🔗 (centroagotecnico.com.ar)

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