Técnicos de COSAR destacan un inicio de campaña con buenos rendimientos, fuerte impacto de las condiciones climáticas y la importancia de las buenas prácticas para garantizar mieles santafesinas de alta calidad.

En plena campaña 2024/25, la cooperativa COSAR -que reúne a más de 120 apicultores de la región centro y norte de Santa Fe- anticipa una cosecha con rendimientos dentro de los valores históricos y subraya la necesidad de reforzar las prácticas de manejo frente a un escenario climático variable.

El Departamento de Asistencia de COSAR trabaja desde hace años y cumple un rol clave dentro de la cooperativa. Se trata de un espacio colectivo de trabajo y construcción que en la actualidad está integrado por Alberto Cainelli y Juan Dukart. Este último analizó el panorama productivo y los desafíos que atraviesa la actividad. En este sentido, explicó que los primeros relevamientos permiten proyectar rendimientos acordes a los promedios de la provincia.

“Creemos que la cosecha va a rondar los treinta kilos por colmena. Puede haber zonas puntuales con rendimientos de cuarenta o cincuenta kilos, y otras de 10 o 15, pero el promedio provincial se va a mantener”, señaló.

El técnico destacó que las lluvias de agosto fueron claves para recomponer la oferta floral, aunque las actuales condiciones de calor intenso generan estrés en las colmenas, especialmente en los grupos del norte provincial.

Como toda actividad a cielo abierto, la apicultura depende fuertemente de la estabilidad ambiental. “La colmena sufre cada evento extremo: olas de calor, fríos intensos, excesos o faltas de humedad. El cambio climático nos está afectando mucho y condiciona directamente la producción”, explicó Dukart.

La diversidad de mieles santafesinas

Santa Fe ocupa el tercer lugar en producción nacional, con alrededor del 12 % de las colmenas del país y una cadena apícola consolidada: provisión de insumos, salas de extracción, asistencia técnica, acopio y exportación.

Sobre las características de sus mieles, Dukart resaltó que “en la zona centro predominan las mieles claras de pradera y alfalfa. Pero este año el girasol está muy presente y oscurece un poco la producción. En el norte, en cambio, tenemos mieles de monte y una mayor diversidad floral”.

La producción en ambientes diversos permite obtener múltiples variedades. Las más conocidas son las multiflorales o de pradera, elaboradas a partir de flores como alfalfa y trébol, de color claro, sabor suave y aroma intenso. En la zona del Paraná se obtiene la miel de isla, una variedad líquida, suave y no cristalizable, con tonalidades que van del ámbar claro al oscuro y destacada por sus propiedades antisépticas. También se producen mieles de cultivos anuales, como la de girasol —de aroma ligero, sabor afrutado y cristalización rápida— y la de coriandro, dulce, fragante y rica en azúcares, minerales y enzimas, muy utilizada por sus beneficios digestivos.

En los Bajos Submeridionales se elaboran mieles provenientes de tréboles de olor blancos y amarillos, caracterizadas por su color muy claro y su dulzura. En la cuña boscosa predomina la miel de algarrobo, de tono amarillo intenso, sabor suave y cristalización rápida, ideal para untar. Otra variedad de la región es la miel de quebracho, clara u oscura según el árbol, pero siempre aromática y reconocida por sus propiedades expectorantes.

Estas características, sumadas a su baja tendencia a cristalizar y su sabor intenso, hacen que la miel de la provincia sea altamente valorada en mercados externos.

Miel segura, miel de calidad

A la diversidad mieles, Santa Fe suma protocolos de calidad. COSAR trabaja bajo un sistema de calidad consolidado, basado en un manual interno y en la aplicación del Protocolo INTA N°11, surgido tras la crisis de nitrofuranos que marcó un antes y un después en la apicultura nacional.

Los protocolos garantizan procedimientos estandarizados como recambio de reinas, manejo sanitario y alimenticio, y buenas prácticas de cosecha. “Controlamos su cumplimiento a través de planillas de campo, recorridas, visitas a salas de extracción y auditorías cruzadas entre técnicos para garantizar que cada productor mantenga los estándares exigidos”, detalló Dukart.

Además, resaltó la importancia de cosechar con al menos 75 % de operculado, trasladar alzas cubiertas y sin abejas, y aplicar todos los procedimientos operativos estandarizados en salas comunitarias que fueron aprobadas y supervisadas por las autoridades sanitarias nacionales (SENASA) y provinciales (Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria – ASSAL), lo que otorga seguridad y estandariza procedimientos, favoreciendo el entrenamiento de quienes trabajan en el lugar y reduciendo costos que, de otra manera, no podrían ser afrontados individualmente por cada apicultor.

Las salas se encuentran distribuidas en la región donde se desempeñan los asociados, próximas a los apiarios. La miel extractada se dispone en tambores nuevos —especialmente fabricados para contener y transportar miel—, se analizan sus parámetros fisicoquímicos por lotes y luego se remite al centro de acopio y distribución de la Cooperativa.

Calidad de exportación

Desde 2002, Cosar exporta a mercados como Japón, Estados Unidos y Alemania. Con más de 32 mil colmenas activas y una producción anual de 800 toneladas de miel convencional y 20 toneladas de miel orgánica certificada, se posiciona como referencia nacional en calidad, trazabilidad y sostenibilidad.

En agosto de este año comenzó a exportar desde Rosario, una decisión que reduce 330 kilómetros respecto al puerto de Buenos Aires, agiliza los tiempos de embarque, disminuye riesgos operativos y permite desarrollar esquemas logísticos integrados dentro del territorio santafesino. En esa primera operación, concretó el envío de cinco contenedores de miel desde el Puerto de Rosario; se trató de la última del 2025 con lo que se cerró la campaña.

Consumo interno y valor agregado: desafíos pendientes

Aunque Argentina es uno de los principales países productores del mundo, el consumo interno sigue siendo bajo.

“El promedio nacional ronda los 200 gramos por habitante al año, frente a otros países que superan el kilo. La miel es un alimento cien por ciento natural que puede reemplazar al azúcar y aportar múltiples beneficios”, subrayó el técnico.

Además, reconoció que el país aún tiene un margen importante para crecer en productos derivados de la colmena:

“Somos muy mieleros. Falta más desarrollo de propóleos, polen, cera, material vivo o veneno de abeja. Hay oportunidades, pero requieren tecnología, exigencias sanitarias y procesos más complejos”.

Una actividad estratégica para el territorio

Finalmente, Duckart remarcó que fortalecer el consumo y el valor de la miel también impacta en el desarrollo regional.

“Cuando una persona compra miel, está colaborando con economías locales, con productores familiares y con una red de trabajo que involucra a todo el territorio”, afirmó.

Con una campaña que avanza y condiciones que plantean nuevos desafíos técnicos, Santa Fe reafirma su rol como una de las provincias apícolas más fuertes del país, con una producción reconocida por su calidad y su historia cooperativa.